Noviembre fue el mes en que un fuerte terremoto sacudió Nueva Zelanda, 7,8 grados Richter, desencadenaron un tsunami que tuvo olas de al menos 2 metros de alto y el suelo marino quedó levantado 2 metros a través de la arena pero hay otra cosa que ha sorprendido a la comunidad internacional, el cielo de Nueva Zelanda, el mismo que se iluminó a la par del terremoto.
Nueva Zelanda bajo las luces
Mientras el suelo temblaba, los neozelandeses miraban como el cielo se iluminaba de azul, verde y blanco, estas extrañas luces aparecieron justo cuando el terremoto estaba en su punto máximo, ¿relámpagos? No, no había tormenta aquélla noche, ¿algún transformador de energía tronando? Tampoco, los destellos venían de la costa y se veían a lo lejos. El fenómeno se llama «luces de terremoto».
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Las «luces de terremoto» son algo parecido a las auroras boreales y aunque los sismólogos no están seguros de porqué ocurren, al menos tienen idea, resulta que este fenómeno ocurre en menos del 0,5% de los temblores del mundo y a menudo duran una fracción de segundo, un estudio publicado en 2014, reúne las veces que han ocurrido, se han registrando 65 en 1600 además de hacer la anotación, que el 97% de los casos documentados sucedieron en las famosas zonas de subducción, o sea sitios en donde una placa se hunde abajo de la otra.
El cristalógrofo Friedemann Freud y un grupo de sus colegas pertenecientes a la NASA, plantean que las luces de terremoto son el resultado de una carga eléctrica producida por cierto tipo de roca que se somete a un gran estrés tectónico, «las cargas pueden combinarse y formar una especie de estado similar al plasma, que puede viajar a velocidades muy altas y estallar en la superficie para producir descargas eléctricas en el aire»
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Años después, el físico Troy Shinbrot llenó varios recipientes con harina y los agitó hasta que se formaron grietas en ella, concluyendo que su experimento generaba cientos de voltios de tensión eléctrica, demostrando que incluso los pequeños deslizamientos del suelo pueden cargar la tierra, afortunada y desafortunadamente no podemos ver este hermoso espectáculo de la naturaleza porque de lo contrario,tendría que ocurrir un terremoto y no, así estamos bien.