Ser una persona con un puesto importante tiene sus riesgos.
Sí, justo como lo leíste, la historia comenzó con una despierta Reina Isabel que decidió dar un paseo por los jardines de su palacio durante la madrugada y es que la gran señora padece insomnio desde hace mucho tiempo, todo iba perfecto, la vista era admirable y ella se sentía tranquila (algo poco común considerando que está en la mira de todos las 24 horas del día) hasta que alguien escuchó su andar y gritó: -¿quién es?, se trataba de un guardia del Buckingham Palace que se había alertado gracias al ruido de los pasos y enseguida tomó su arma para apuntarla en dirección frontal, nadie contestó y la tensión subió, hasta que de pronto… ¡Se trataba de la Reina!
«¡Maldita sea su Majestad, casi le disparo!», gritó espantadísimo el elemento de seguridad a lo que atinadamente la Reina respondió: -Está bien, la próxima vez tocaré el timbre, así no tendrás que matarme».
Aunque el hecho terminó siendo una graciosa anécdota, la verdad, es que el riesgo de la situación nadie la quita.
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Los antecedentes
Y es que después de que en el 2013 un hombre entrara en el edificio y llegara hasta las salas de Estado (por fortuna no había ningún integrante de la familia real en el lugar) la seguridad y la atención de los guardias del palacio aumentó considerablemente, aunque años después, en agosto de 2016 otro intruso logró escalar la valla de protección y llegar a los jardines (sí, en los que caminaba la Reina), en donde fue capturado por las fuerzas especiales. Bien dicen por ahí que todo pasa hasta en las mejores familias, ¿no?