En Egipto el hallazgo de un sarcófago que jamás ha sido abierto genera un enigma aún más grande y escalofriante, pero eso no es todo, junto a la tumba también hallaron un busto con el rostro desfigurado del hombre que allí fue enterrado.

Las excavaciones en Egipto siempre resultan ser asombrosas pues dejan al descubierto nuevos hallazgos de su antigua civilización, la cual se caracterizó por ser una sociedad con una cultura impresionante, pero de la que desafortunadamente y a pesar de las investigaciones, desconocemos mucho.

Hace poco unos arqueólogos encontraron un gigantesco sarcófago de casi tres metros, 30 toneladas de peso, fabricado con granito y enterrado a aproximadamente 5 metros de profundidad en los alrededores de Alejandría y todo parece indicar que pertenece al periodo ptolemaico (del año 323 al 30 antes de Cristo).

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Sin embargo, el gran tamaño del sarcófago no fue lo que más llamó la atención de los expertos, sino el estado de la capa de mortero situada entre la tapa y el cuerpo principal, pues indica que el ataúd no ha sido abierto nunca, el cuerpo sigue ahí. 

Otro elemento que resulta muy extraño y un poco perturbador es que junto al sepulcro apareció también un busto de mármol, seguramente del dueño de la tumba, aunque por alguna desconocida razón el rostro de este fue deteriorado hasta dejarlo irreconocible, ¿por qué?

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El hallazgo provocó que muchos especularan sobre la posibilidad de que se tratara de la tumba perdida de Alejandro Magno, el rey de Macedonia ya que de ser así estarían ante uno de los descubrimientos históricos más importantes a nivel mundial.

Desafortunadamente, más tarde los expertos desmintieron esta teoría y aseguraron que los restos que habían encontrado eran probablemente de tres militares o guerreros. Uno de ellos presentaba una herida de flecha en la cabeza y se encuentra junto con los demás en los almacenes del Museo Nacional de Alejandría para seguir siendo estudiados y saber si puede obtenerse su identidad exacta.

(Reuters)
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