Ya sé amigos, puede que estén hartos de que este humilde redactor hable de Donald Trump pero tendremos que hacerlo una vez más, ahora analizando que el magnate presume bastante un busto de él que se encuentra en su oficina, aún cuando este fue hecho en el país de «violadores, asesinos y ladrones» que repudia, nuestro querido México.
Trump hecho en México
Viajemos al 2011 cuando tres de nuestros paisanos fueron recibidos con gusto en la Trump Tower, esos 3 paisanos eran el escultor poblano Bernardo Luis López Artasanchez, su esposa y su primo y al entrar, el ahora presidente electo de Estados Unidos les pidió sentarse frente a él.
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El motivo de la reunión era muy simple, recibir su busto hecho de bronce para colocarlo en sus oficinas, justo en el piso 26 de su torre, al lado de cientos de cuadros entre los que se encuentran fotos de él, de sus nietos e hijos, además de unos zapatos autografiados por Saquille O’Neil, un casco de los Jets e imágenes de John Kenedy Jr en la habitación de sus más grandes tesoros, como él le llama.
Y ¿cómo carajo llegaron a la oficina de Donald Trump 3 mexicanos? Resulta que en octubre de 2010, el artista y su primo asistieron a un concierto de Roger waters en el Madison Square Garden y esa fue la primera vez que ambos vieron al magnate pero en el intermedio del concierto, los mexicanos se fueron a un pequeño bar en donde por coincidencia también estaba Donald, acercaron a él y la plática comenzó cuando les preguntó a qué se dedicaban: -Soy escultor, dijo el mexicano, -¿Eres bueno? -A las pruebas me remito, dijo con el clásico refrán de barrio -Si algo me gusta de tu obra la voy a comprar, afirmó Trump; así que nuestro compatriota pronto compró plastilina y realizó un primer boceto del busto del copetudo (para que no se le fuera a olvidar).
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Está de más decir que el magnate quedó convencido y para noviembre de ese mismo año se hizo la obra en resina que enviaron junto a una carta a la oficina de Donald, quien respondió que sí, que quería comprar la escultura.
Cuando entregaron la obra, artista y empresario se conocieron y con un vaso con agua en las manos el copetudo fijó su mirada en el artista, «entonces tú eres el genio», le dijo y comenzó a hablar de finanzas y política, incluso le preguntó a los mexicanos si veían con buenos ojos la posibilidad de ser candidato presidencial.
De aquél momento sólo queda una fotografía (la del recuerdo) y un recordatorio para el magnate, que antes de hacer público su odio hacia los mexicanos, los trataba como debe ser, como humanos y con una entera equidad e igualdad.