Un grupo de arqueólogos descubrió en un templo dedicado a los dioses del inframundo en Hierápolis, Turquía, una cueva que emite mortales cantidades de dióxido de carbono, misma que antes se consideraba una puerta al infierno.
Los romanos creían que el infierno era un lugar físico que estaba vinculado con nuestro mundo a través de puertas. Según ellos, una de estas se situaba cerca de la ciudad turca de Hierápolis, una zona que actualmente sigue siendo famosa por sus aguas termales. Durante varios años expertos se dieron a la tarea de buscar dicha entrada hasta que finalmente un grupo de arqueólogos de la Universidad de Solento, Italia, la hallaron hace 7 años y lo más sorprendente es que sigue siendo tan letal como en aquella época, tanto que si un humano se acerca a esta e inhala el vapor que ahí se acumula puede morir al instante.
De acuerdo con un artículo publicado por la revista Science, la famosa entrada al averno, la cual según el geógrafo griego Estrabón comentó en el siglo I a.C. que estaba rodeada de vapores mortales, sí existe y fue encontrada por unos arqueólogos en Turquía, junto a las ruinas del Plutonium, templo dedicado a Plutón, dios del inframundo y consiste en una gruta de más de 2.200 años de antigüedad en la que los sacerdotes romanos sacrificaban animales, entre los que destacaban toros; pero lo interesante de estos sacrificios es que los bovinos morían sin la intervención de la mano del hombre, pues sólo bastaba con que fueran expuestos a los vapores que emanaban de la cueva para que la vida se les escapara. Este acontecimiento dejaba anonadada a la población, que incluso se situaba en asientos elevados para ver el espectáculo, más asombroso les resultaba el hecho de que a los sacerdotes no les sucedía nada. La explicación que en ese tiempo recibían era que la castración los volvía inmunes ante los efectos de la extraña niebla, pero eso es totalmente falso y el grupo de expertos que descubrió la temible puerta al infierno ha encontrado la verdadera razón.
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La gruta arroja una densa nube de dióxido de carbono volcánico capaz de asfixiar a todo aquel que la respire, incluso las aves que vuelan cerca de la zona caen al instante debido a la alta toxicidad de las inmediaciones, es por eso que los animales que eran llevados hasta ese sitio morían sin siquiera ser dañados por golpes, pero ¿por qué la cueva presenta este fenómeno?
El vulcanólogo Hardy Pfanz, de la Universidad de Duisburg-Essen (Alemania) realizó una investigación y descubrió que dicho fenómeno se debe a la actividad sísmica bajo la tierra de esta zona en la que se sitúa una profunda fisura por la que corren grandes cantidades de dióxido de carbono volcánico, los niveles de este gas son tan altos que forman un lago que se eleva 40 centímetros sobre el suelo.
El gas se disipa durante el día, sin embargo; es durante el amanecer cuando resulta potencialmente mortal esto debido a la gran acumulación que presenta en en la noche. Cuando llega la aurora la concentración asciende hasta el 50% en el fondo del lago y el 35% a medio metro del suelo, es por eso que el dióxido de carbono era capaz de matar a los animales y no a los humanos que los encaminaban hasta su lecho de muerte. En realidad, el aire que los sacerdotes podían respirar estaba casi limpio.
Los sacerdotes ya sabían cómo funcionaba el mecanismo de la gruta mortal, es por eso que todos los sacrificios los realizaban cuando el sol apenas estaba saliendo y ellos jamás agachaban demasiado la cabeza, pues tomaban en cuenta el peligro que conllevaba dicha acción.
Así que el misterio ha sido revelado, todo es cuestión de ciencia y no de mitología aunque creer que es una puerta al infierno hace que este lugar sea aún más interesante, ¿no crees?