Una pócima que promete sanar todo tipo de enfermedades está provocando consecuencias terribles, de hecho ya ocasionó la muerte de un hombre y su fundadora se niega a responsabilizarse.
Hoy existen miles de productos milagro que prometen curar todo tipo de enfermedades y a pesar de que se han revelado diversos casos muy lamentables en los que estos remedios han empeorado los padecimientos e incluso han provocado muertes; las personas en su desesperación por recuperar la salud siguen cayendo en la trampa.
Jilly Juice, un batido que promete curar todo tipo de males (incluidos el cáncer, síndrome de Down y la homosexualidad); hecho a base de col, sal y agua ideado por Jillian Mai Thi Epperly, residente de Ohio, EUA, causó sensación en Facebook, hasta que la muerte de un consumidor que padecía cáncer originó una gran polémica.
Epperly fundó una comunidad en Facebook para promocionar su Jilly Juice, un batido que provoca una terrible diarrea que ella describe como «cascadas» que resultan sanadoras pues eliminan la cándida, la supuesta culpable de ocasionar todo tipo de mal. Su grupo rápidamente alcanzó los 58 mil miembros, en este ella explica cómo realizar la mezcla y personas de todas las edades comparten testimonios sobre sus experiencias luego de consumir el producto.
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Bruce Wilmot fue una de las víctimas que creyó en la fórmula de Epperly, una acción que lo llevó a la muerte, su caso desató el furor en las redes y ocasionó que las autoridades de Ohio investiguen a la fundadora de Jilly Juice.
El hombre de 55 años padecía cáncer de páncreas y al encontrar el grupo de Facebook que promocionaba al Jilly Juice decidió que no quería tener que recurrir a la quimioterapia nunca más, así que decidió sumarse a la «secta de la caca», un apodo que los detractores de Epperly crearon para referirse a su grupo y que ella acogió con humor.
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«Mi papá estaba realmente desesperado (…) Estaba muy triste y no quería morir» confesó Taylor, hija de Wilmot, a BuzzFeed.
La muerte de Wilmot despertó una ola de protestas y denuncias en redes sociales, incluso los enemigos de Epperly crearon plataformas en su contra, de modo que ella decidió volver privado a su grupo. A pesar de la gran inconformidad, la red social de Mark Zuckerberg no cerró la comunidad, bajo el argumento de que esta no infringe ninguna norma, en cambio; la fiscalía de Ohio, Estados Unidos sí considera que el culto al Jilly Juice podría representar un peligro público. Por tal motivo en una carta la funcionaria Rebecca Schlag solicitó pruebas a su fundadora de algunas de sus afirmaciones, entre ellas:
• Que su protocolo podía hacer que volvieran a crecer miembros y órganos.
• Que podría revertir el proceso de envejecimiento, el autismo y el síndrome de Down.
• Que podría «corregir» el «estilo de vida LGBT», que Epperly definió como «una posible mutación del sistema reproductivo que envía señales contradictorias al cerebro».
A través de informales videos que graba en su casa, Epperly sólo dio respuestas ambiguas a las explicaciones solicitadas:
«En mi mundo usamos un contexto diferente y las manifestaciones de la sal y el acceso a los nutrientes te darán un contexto diferente de cuáles son los síntomas. En esencia, estamos tratando de convertir un ateo en un cristiano» – Epperly.
Antes de que se revelara el caso de Jilly Juice, la fiscalía de Ohio había recibido tres denuncias de ciudadanos, quienes a su vez se contactaron con la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) y la Junta Médica Estatal de Ohio. Tras la publicación del artículo, hubo otras dos denuncias y la fiscalía decidió que era hora de actuar.
Una de las protestas más destacadas que han surgido en contra de la «secta de la caca» es la de Brandi Burns, una madre de dos niños que durante su búsqueda de tratamientos naturales para ellos se encontró con el caso, indignada creó un grupo en Facebook, que superó los 400 miembros y una petición en Change bajo el título: «¡Queremos sacar a Jillian de Facebook! ¡Al menos que saquen a los niños y los bebés de este protocolo!»
Por si fuera poco Epperly cuenta también con una página web y su página personal de Facebook abierta al público en la que tiene 5.400 seguidores, los cuales «Por 30 dólares al año, tienen acceso a foros privados para compartir sus experiencias y hacer preguntas» según su fundadora, además por 70 dólares la hora brinda consultas telefónicas personalizadas.
Hasta el momento la secta fundada por Epperly sigue en pie en Facebook y ella sólo ha minimizado la investigación legal a través de un vídeo publicado en su página:
«Si de algún modo no puedo probar con alguna clase de información que ser LGBT es una mutación, entonces lo quito» – comentó Epperly
Defintivamente este es un caso grave. Esperemos que las autoridades pongan remedio antes de que «la secta de la caca» se cobre más vidas.