Errónea. Así es la idea que se ha concebido hace mucho tiempo sobre el fruto prohibido del jardín del Edén.
Todos alguna vez hemos nombrado a la manzana como el fruto prohibido y esto se debe a que está relacionada con el pasaje bíblico del Génesis en donde se narra que Adán y Eva, los primeros humanos que habitaron la Tierra en el jardín del Edén, comieron la fruta del Árbol del conocimiento del Bien y el Mal a pesar de que Dios se los prohibió. Sin embargo, es equivocado afirmar que la manzana era el fruto de aquel árbol y esta idea sólo es producto de un error de traducción que data del año 382 d.C.

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La interpretación la realizó el clérigo Jerónimo de Estridón bajo la orden del papa Dámaso I, 37° papa de Roma. Esta traducción recibió el nombre de Vulgata, que es una versión de la Biblia en latín para el pueblo llano.

La Biblia fue primeramente escrita en hebrero, arameo y griego, y la labor de Jerónimo era traducirla del hebreo al latín, sin embargo, él no tenía un amplio dominio de esta lengua semítica así que se fue a Belén para aprenderla y se tardó alrededor de 15 años en traducir los textos originales. Aún con todos esos años de estudio, cometió algunos errores de traducción que desencadenaron ideas equivocadas, como la de la manzana.
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Cuando tradujo la parte del Génesis en donde se habla del árbol del conocimiento entre el bien y el mal y de la historia de la serpiente que envuelve a Eva para que comiera el fruto de ese árbol, Jerónimo confundió «mālus» que significa manzana con «malus» que se traduce como mal. Es por ello que se aludió a que la manzana era el fruto prohibido; pero en la Sagrada Escritura no se menciona cuál es el fruto prohibido, sólo se menciona la palabra «fruto».
Triste pero cierto, así que si no lo sabías ahora puedes comer manzanas sin remordimientos. 😉